Distintos sindicatos alternativos como CGT, CNT, CoBas, junto con unas 30 plataformas en Madrid, incluyendo organizaciones de izquierda, convocaron movilizaciones para los días 15 y 16 de abril, con un resultado dispar. Sin embargo, aún en el mejor de los casos, la movilización no llegó a equipararse a las convocadas anteriormente por las organizaciones de pensionistas. Esta iniciativa que fue apoyada por agrupaciones independientes y de clase como Trabajadores Pensionistas, sirvió para marcar una alternativa frente a la colaboración con el gobierno de las principales centrales sindicales y la COESPE, aunque su convocatoria fue tardía y sin la agitación ni organización previa que hubiera garantizado, no sólo una mayor presencia en las manifestaciones, sino también difundir entre los trabajadores y pensionistas la denuncia contra los planes del gobierno.
La organización de la lucha no es una cuestión de aparatos y de cantidad de siglas en un cartel, sino que se debe basar en el método de las asambleas de bases en cada sindicato, barrio u organización, haciendo un balance de la situación para reagrupar al activismo desencantado con sus direcciones. Se trata de que la propia clase obrera intervenga en la defensa de sus reivindicaciones y derechos rompiendo el corsé de las burocracias que las han paralizado. Tampoco esta convocatoria tenía prevista una continuidad, quedando sólo como diferenciación respecto a los sindicatos y organizaciones adictas al gobierno, pero sin dar una alternativa real. Más bien aparece como un reacomodo frente a las formidables luchas y huelgas en la vecina Francia.
La ofensiva del gobierno
El pasado 1 de Abril el Gobierno publicó el Real Decreto-ley 2/2023, de 16 de marzo, bajo el pomposo nombre de Medidas urgentes para la ampliación de derechos de los pensionistas, la reducción de la brecha de género y el establecimiento de un nuevo marco de sostenibilidad del sistema público de pensiones. Su sanción y las distintas respuestas de los sindicatos y organizaciones de pensionistas se producen en medio de una formidable lucha de los trabajadores franceses contra la ley del presidente Emmanuel Macron para aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años y que ya acumula 8 huelgas generales y la movilización de millones de trabajadores en las calles de Francia durante meses.
La reacción en España ante esta movilización fue un verdadero campeonato por quien aplaudía más a los trabajadores franceses en lucha.No faltó nadie. Desde las direcciones traidoras de CCOO y UGT, con uno de sus principales dirigentes, Pepe Álvarez, sacándose la foto en Francia mientras traicionaba en España. O los portavoces de la COESPE manifestándose en París para luego en casa hacer lo contrario. Tanto los sindicatos mayoritarios como la dirección de la COESPE se aliaron para apoyar al gobierno y su plan de privatizaciones.
La conclusión de la experiencia en Francia y la propia historia de la lucha de los trabajadores en España es que hace falta ya un plan de lucha y una huelga general en nuestro país, debatida y aprobada en asambleas generales de sindicatos y plataformas de lucha. Este es además el camino para construir nuevas direcciones sin compromisos con intereses contrarios a los de la clase obrera.
Por una nueva dirección
Las direcciones de los sindicatos comprometidos con el gobierno y las patronales, la dirección de la COESPE junto a la izquierda parlamentaria de Unidos Podemos son un verdadero obstáculo a superar en la continuidad de la lucha de los trabajadores. Su papel es consciente y se hace evidente en la cantidad de mentiras y traiciones a sus propias promesas, son los representantes del gobierno y de las patronales dentro de las organizaciones de lucha. Han sido integradas a la defensa de los intereses de los capitalistas mediante prebendas y subsidios. Pero dentro de esas organizaciones hay que diferenciar entre el activismo y las direcciones, subordinadas a los intereses de gobiernos y empresarios. El trabajo es organizar al activismo para superarlas.
Estas camarillas de dirigentes siguen encabezando los dos sindicatos mayoritarios y las principales organizaciones de pensionistas, su poder de convocatoria no se puede suplantar administrativamente, hace falta intervenir en el debate en las bases y entre el activismo para superarlas. Esta debería ser la tarea de los sindicatos alternativos y de los grupos de izquierda.
Hay que reorganizar el movimiento de lucha de los pensionistas y para esto hace falta debatir un balance de la actual situación para lanzar un plan alternativo a la parálisis. Este balance tiene que tener como un objetivo fundamental incorporar a la lucha en contra de la reforma de las pensiones a los trabajadores en activo.